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miércoles, 14 de noviembre de 2018

SOLA Y MELANCÓLICA

Nunca estas menos sola que cuando estás contigo misma.

 Yo no sé a vosotras, pero a mí el invierno me pone melancólica. Con el frío llegan las noches demasiado largas, las tardes de sofá, manta y película y las pocas ganas de salir de casa. La soledad que no he sentido durante todo el verano se me echa encima y me recuerda que no me confíe, que el invierno va a ser largo.

En esos momento, lo confieso, yo recurro a mi pareja y amigos. La seguridad y tranquilidad de tener alguien al lado que va a hacerme compañía ayuda a mandar callar a la soledad. Sin embargo, este año me ha pasado algo diferente: en vez de querer huir de la soledad me he planteado qué es lo que me daba tanto miedo de ella y cuándo fue la última vez que estuve a solas conmigo misma.

Por qué nos da miedo la soledad

La realidad es que no tiene nada de malo o extraño que temamos a la soledad. Los seres humanos somos personas sociales, que necesitamos formar parte de grupos sociales y relacionarnos con otros. Además, - aunque cada vez menos - vivimos en un tipo de cultura colectivista que promueve la interdependencia entre personas y pone las necesidades grupales por encima de las individuales.

Relaciones por necesidad

Muchos de nosotros hemos visto en más de una ocasión, - es posible que incluso hayamos sido protagonistas de ello - a personas que enlazan relaciones una tras otra. Personas que, aunque una relación haga aguas, no la finalizan hasta que no tienen otra esperando. En estos casos, se tratan de mujeres y hombres que se involucran en estas relaciones porque tienen miedo a estar solos.

La ironía es que, empezar una relación - ya sea romántica o amistosa - porque necesitamos a otra persona para no sentirnos solos no solo es un mal comienzo, sino que tiene muchas papeletas de llevarnos a una relación que no nos haga feliz. Estas relaciones están basadas en la necesidad y en el miedo y estos son malos cimientos para que una relación sea saludable .

Aprendiendo a estar solo

Una de las cosas que más curiosa resulta es que, las personas con pareja también se sienten solas en ocasiones, lo mismo que las personas con una intensa vida social o una familia muy unida. Por ello es tremendamente importante que aprendamos a estar a gusto con esta soledad y que, incluso cuando estamos en pareja, seamos capaces de dedicarnos tiempo a nosotros mismos y a reforzar esa relación a solas con uno.

¿Alguna vez os habéis planteado ir al cine solos? ¿O a tomar un café a una terraza con vosotros mismos? Quizás incluso a alargar ese momento y acabar comiendo con nuestra única compañía. Pues este es el momento de hacerlo. Escoged un día de la semana y dedicároslo a vosotras mismas, cuidaros, mimaros, disfrutad de vuestra propia persona.

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