¿Tu piel sufre del estrés? Las cinco huellas que lo demuestran:
Máxima Sequedad
El
exceso de cortisol provocado por el estrés afecta a la funcionalidad de
la barrera de la piel, aumentando la perdida de agua transepidérmica y
disminuyendo notablemente la capacidad de ésta de retener agua.
Rojeces e irritación
El
estrés provoca rojeces y la piel esté más irritada. La explicación está
en que nuestro organismo libera más histamina, y esta es la hormona
responsable de la irritación. Los episodios graves o sostenidos de
estrés se pueden provocar patologías cutáneas como la rosácea o el
eccema. Y si ya se padecen, éstos empeoran.
Acné adulto.
Se
debe a que hay un desequilibrio entre las cepas de bacterias buenas y
malas. Esta es una de las causas del acné adulto, y suele aparecer en la
zona de alrededor de la boca y la barbilla.
Tono apagado.
Si
tu piel ha dejado de mostrarse luminosa, puede ser a consecuencia del
estrés. Nuevamente, el cortisol tiene la culpa. En este caso hace que
la piel se renueve más lentamente dando paso a un tono más cetrino,
opaco y apagado.
Más arrugas.
El
estrés y las preocupaciones también pasan factura en forma de arrugas.
De forma indirecta, expresiones como fruncir el ceño, la rigidez de los
músculos faciales y el efecto de la gravedad hacen que la piel pierda
firmeza y que las líneas de expresión existentes se acentúen.
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