Los cosméticos de lujo ocupan un lugar primordial en las glamurosas fiestas veraniegas que se celebran en muchos lugares del mundo. Dentro de la composición de esos cosméticos encontramos ingredientes de alta eficacia pero también otros, los de nombre más rimbombante, que no tienen sentido alguno. El ADN, las proteínas de la juventud, la ciencia de los genes, las bifidobacterias, los rayos infrarrojos, las células madre... todo este vocabulario científico es utilizado frecuentemente en la publicidad de los productos de belleza. Para que no les den gato por liebre, el artículo de hoy se lo voy a dedicar a algunos de estos ingredientes.
Añadir componentes ridículos a una crema es habitual en el sector, pero que un cosmético pueda emitir rayos infrarrojos para mejorar el aspecto de una persona es de premio Nobel. Es de sobra conocido que estos rayos son un tipo de radiación electromagnética de menor energía que la radiación visible y que es emitida por cualquier cuerpo cuya temperatura sea superior a -273,15ºC (0ºK). Gracias a sus propiedades, los rayos infrarrojos se han utilizado en equipos de visión nocturna, en los mandos a distancia de aparatos de televisión, en meteorología, en medicina, en astronomía... pero en cosmética ya es más complicado, por lo que las cremas que presumen poseer rayos infrarrojos tienen gato escondido.
Analizando detenidamente su publicidad, observamos que realmente estos cosméticos no tienen rayos infrarrojos (solo faltaría eso) sino que poseen «tecnología infrarroja». ¿Y ésta en qué consiste? Tampoco está muy claro.
De todos es sabido que la aplicación de calor para reducir inflamaciones u otros objetivos es más vieja que Matusalén. Sin embargo, también es de sobra conocido que exponerse a rayos infrarrojos durante largos periodos de tiempo no es bueno, por lo que tampoco está muy claro que este sea el fundamento de estas cremas.
Pues bien, la solución a todo este misterio de las «cremas con rayos infrarrojos que no tienen rayos infrarrojos pero que usan una tecnología de infrarrojos que nadie sabe en qué consiste» la tenemos observando detenidamente su publicidad. Resulta que en realidad estos productos emplean una «tecnología infrarrojos» basada en... ¡¡evitar la acción sobre la piel de los rayos infrarrojos!!
Según las empresas que las venden, «los rayos infrarrojos generan radicales libres que lesionan el ADN. También empeoran el envejecimiento producido por los rayos UV y pueden ser los causantes de la pérdida de firmeza y elasticidad de la piel». Pues bien, lo único que hacen estas cremas es añadir a su producto retinol (provitamina A) y filtros solares que protejan a los consumidores de los daños que producen los rayos infrarrojos.
¿Estoy diciendo que, aunque la palabra «infrarrojos» aparece por todos lados en la publicidad de estas cremas, entre sus ingredientes lo único que podemos encontrar son los mismos compuestos que hay en infinidad de cremas a un precio mucho más barato? Sí, exactamente eso.
¿Y el ADN del que tanto habla la publicidad de estas cremas? Pues tampoco lo llevan. Repitiendo la misma estrategia que los rayos infrarrojos, la empresas anuncian sus cremas con ADN para luego demostrarse que lo que realmente llevan son los típicos filtros solares que protegen al ADN de la luz ultravioleta. Tela. Pero sin lugar a dudas el ingrediente estrella de los cosméticos del siglo XXI son las células madre. No hay tratamiento de belleza que se precie que no las incorpore. Sin embargo, parece ser que su efectividad no es la que muchos prometen. Expliquémoslo.
Las células madre son células que se encuentran en todos los organismos multicelulares y que tienen la capacidad tanto de dividirse y diferenciarse en diversos tipos de células especializadas como de autorrenovarse para producir más células madre. Su presencia en cosméticos tiene como objetivo regenerar los tejidos humanos deteriorados por el paso del tiempo. Además, se supone que inducen a la longevidad de nuestras propias células madre cutáneas, aumentando la producción de colágeno, elastina, etc. para que luzcamos un cutis hidratado, terso, elástico y sin arrugas.
La utilidad de este tipo de células está siendo efectiva en determinados campos de la medicina pero la pregunta que debemos formularnos es... ¿son realmente efectivos los productos de belleza basados en el uso de células madre? Lo primero que hay que dejar claro es que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha advertido mediante un comunicado oficial sobre la posible confusión en la que se puede caer ante la utilización de términos relacionados con las terapias basadas en células madre para situaciones tan dispares como el tratamiento de enfermedades o el uso de cosméticos.
Según este organismo, los tratamientos basados en el uso de células madre humanas constituyen una novedosa y prometedora alternativa terapéutica para algunas enfermedades. Sin embargo, en el caso particular de los cosméticos, estos productos no pueden contener derivados de origen humano, por lo que es ilegal la utilización de células madre humanas en productos comercializados como cosméticos.
¿Y qué ocurre con los productos de cosmética basados en el uso de células madre vegetales? Según la AEMPS, la utilización de este tipo de células en cosméticos u otro tipo de productos para tratamientos estéticos no solo no está relacionada con la prevención, tratamiento o diagnóstico de las enfermedades humanas sino que el uso de la misma terminología busca, en muchas ocasiones, aprovechar el aspecto novedoso de las terapias con células madre para trasladarlo a otros ámbitos ajenos al contexto médico... como es el caso de la cosmética.
Actualmente, en el mercado encontramos infinidad de productos de belleza en cuya publicidad podemos leer las palabras mágicas: células madre. Un caso son los sueros faciales formados por «células madre de manzana» que prometen ni más ni menos que una cuádruple acción: estimular la proliferación de células madre humanas; reducir líneas de expresión y arrugas; ofrecer un efecto antioxidante y dar lugar a una piel radiante, joven y de apariencia mucho más saludable... el no va más.
¿Y por qué no es efectivo este tratamiento? Porque las diferencias estructurales entre una célula vegetal y una humana son muy significativas; porque el sistema de diferenciación celular en las plantas es muy diferente que en los humanos; porque los procesos químicos y fisiológicos (maduración, oxidación, etc.) que ocurren en una célula vegetal no tienen nada que ver con los de una célula humana; porque la responsable de la firmeza de la piel de manzana es la pectina y el de la piel humana es el colágeno; y lo más obvio... porque una manzana no es una persona.
JOSÉ MANUEL LÓPEZ NICOLÁSProfesor de Bioquímica de la UMU
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