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sábado, 17 de noviembre de 2018

SIGNIFICADO DE LOS SUEÑOS

Dime si tienes alguno de estos 11 sueños... y te diré lo que te pasa 

De todas las obras que escribió Sigismund Schlomo Freud, “La interpretación de los sueños” (1900) fue su preferida. Para el inventor del psicoanálisis, del que el próximo sábado se celebra el 150 aniversario de su nacimiento, en el soñar se encuentra el mejor puente hacia nuestro inconsciente. Hoy, la fascinación por lo onírico continúa espoleando a buen número de investigadores que tratan de desentrañar su significado. Magazine le propone un viaje por los 11 sueños más comunes.
 


1. Socorro. Me persiguen 
El 80% de las personas ha tenido sueños de este tipo y, según Patricia Garfield, psicóloga estadounidense con 50 años de experiencia a sus espaldas, co-fundadora de la Asociación para el Estudio de los Sueños y autora de numerosos libros sobre el tema, este tipo de sueños podría tener su origen en las traumáticas experiencias que sufrieron nuestros ancestros al ser perseguidos por animales salvajes o enemigos igualmente fieros. Con el paso del tiempo, se perpetuaron en nuestro cerebro como metáforas para expresar la sensación de sentirse amenazado, incluso en situaciones cotidianas y mucho más suaves como tener un competidor en el trabajo. En otros casos, puntualiza esta experta, pueden ser reflejo de una amenaza real, como la propia Garfield ha constatado en sus investigaciones sobre los sueños de mujeres que han sido víctimas de abusos sexuales o violaciones.


2. Estoy desnudo, qué vergüenza 
Según Patricia Garfield, el 52% de la población ha tenido alguna vez este sueño. Manifiesta emociones de vulnerabilidad presentes en la vida real. De alguna forma, el soñador se siente sometido al riesgo de tener que mostrarse como es en realidad o al miedo de no responder a las expectativas depositadas en él. Otro asunto son los sueños eróticos, con o sin desnudez de por medio. Curiosamente, pese a ser los más comentados, las investigaciones más recientes demuestran que son también... los más escasos. Como explica el investigador William Domhoff , "los estudios sistemáticos sobre el contenido de los sueños sugieren que hay muy poco sexo explícito en ellos". Según Domhoff, si nos centramos en el acto sexual, los sueños eróticos sólo representan el 2% de los que tienen los hombres y el 0,4% de los de las mujeres.

3. ¡Se me caen los dientes! 
Suele ser un sueño muy angustioso y es, de entre los considerados raros, uno de los más frecuentes junto con volar, aparecer en público sin ropa o caer a través del espacio. Podría estar relacionado con temores o insatisfacciones del propio soñador. Aunque puede aparecer a cualquier edad, recientes estudios muestran que las mujeres menopáusicas sufren este tipo de sueños con mayor frecuencia, lo que apoyaría la teoría que relaciona estos contenidos oníricos con el temor a envejecer, a la pérdida de atractivo físico o, desde un punto de vista aún más general, con el temor a los cambios. La caída de los dientes de leche supone un acontecimiento de gran impacto en la vida del niño —donde se mezclan el miedo, las expectativas, la frustración...— que puede cristalizar en una metáfora onírica, como ocurriría, supuestamente, con otros sueños como el de ser perseguido.


4. ¡Qué horrible pesadilla! 
Para alrededor del 6% de los adultos, las pesadillas son un problema habitual. El resto, las sufre de cuando en cuando. Eso sí: según una encuesta que se realizó hace unos años en nuestro país, una cuarta parte de los españoles nunca tiene pesadillas. Sólo se consideran como tales si logran despertar al sujeto. En lo fisiológico, las pesadillas, que siempre se producen en la fase REM, están relacionadas con un aumento del ritmo cardíaco y de la presión sanguínea. Por lo general, reflejan una situación de estrés. Cuando se refieren a un acontecimiento real (como suelen ser las que sueñan quienes sufren de estrés postraumático: veteranos de guerra, supervivientes de catástrofes o accidentes, etcétera) son a menudo repetitivas. Sin embargo, a medida que la experiencia es asimilada, el sueño en cuestión disminuye su frecuencia de aparición y altera su contenido, convirtiéndose en una metáfora que puede reaparecer, incluso años después, cuando volvemos a sufrir una situación estresante.


5. Tengo que hacer un examen 
Un 40% de las personas sueña alguna vez que tiene problemas al realizar un examen. Según Garfield, las sensaciones de temor y estrés que vivimos cuando nos enfrentamos a los primeros exámenes en la escuela son tan intensas que perduran durante toda nuestra vida. Los sueños en los que de repente tenemos que enfrentarnos a un examen que no nos habíamos preparado o que, sencillamente, no resolvemos bien, están muy probablemente relacionados con la autoestima. Reflejarían que, en la vida real, no nos sentimos lo suficientemente preparados para realizar alguna tarea o afrontar determinado reto, o bien, que tememos defraudar a los demás. Otra versión del mismo sueño, muy frecuente, es la de no ser capaz de encontrar el aula donde va a tener lugar el examen, con la consiguiente sensación de angustia.


6. Me pego de tortas con alguien 
Los sueños de agresión física son más frecuentes entre los hombres que entre las mujeres, cuyo inconsciente parece decantarse por la lucha verbal. En cualquier caso, soñar que uno se ve envuelto en una pelea parece manifestar la existencia de un conflicto, probablemente, con uno mismo. Es posible que este tipo de sueños tenga lugar en épocas durante las cuales sea necesario tomar una decisión. Fisiológicamente, podrían estar relacionados con la activación de la amígdala y otras partes del sistema límbico, nuestro cerebro más primitivo —que controla emociones como la agresión, el miedo y la rabia—, durante la fase REM del sueño. Según las investigaciones del psicólogo Calvin Hall, las actividades más practicadas en los sueños son (en orden decreciente): caminar o correr o conducir, hablar, sentarse, observar, relacionarse, jugar, realizar un trabajo manual, esforzarse, pelear y comprar. Por cierto: se ha constatado que en los sueños raramente se siente dolor.


7. Me mueroooooooooo... 
Un 48% de las personas, según la investigadora estadounidense Patricia Garfield, ha soñado que muere o que es herida de manera accidental (sus datos difieren radicalmente de los de Calvin Hall, según el cual este porcentaje no superaría el 8%). Tradicionalmente, soñar que uno muere se ha tenido por mal presagio. Sin embargo, desde la psicología se acepta más que se trate de un sueño relacionado con cambios drásticos en la vida del soñador (que tienen lugar o que se desean). Gracias a las investigaciones de Hall sabemos, además, que en una tercera parte de las ocasiones, cuando soñamos con familiares, también éstos aparecen en peligro o muertos. ¿Cómo lo sabemos? Fundamentalmnte, porque lo vemos. Gracias al neurólogo Kunio Okuma sabemos que, en los sueños, es el contenido visual el que predomina —96%—, seguido del auditivo —25%—, mientras que el olfato, el tacto y el gusto sólo representan del orden del 5%.

8. Se lo ha tragado la tierra... 
Algunas teorías sostienen que todos los personajes que aparecen en el sueño son, en realidad, uno mismo. Si soñamos que estamos con alguien y, de repente, esa persona desaparece, podría referirse a la inquietud que sentimos porque una parte de nosotros mismos nos abandone (la infancia, la juventud, alguna faceta de nuestra personalidad...). No obstante, estos sueños también pueden atribuirse a un proceso neurológico. Durante la fase REM se produce una caída tanto de los niveles de serotonina —neurotransmisor vinculado a la memoria reciente— como de la norepinetrina (vinculado a la atención). Asimismo, la zona dorsolateral de la corteza prefrontal, implicada en la memoria y la atención, se desactiva. Esto podría explicar por qué en el transcurso de un sueño éste puede cambiar repentinamente de escenario, argumento o reparto. Sencillamente, la falta de serotonina y norepinetrina y la desactivación de la corteza prefrontal hace que perdamos el hilo.


9. ¡Madre mía! ¡Que me la pego! 
Que uno pierde el equilibrio y se cae es uno de los sueños más frecuentes (un 64% de las personas lo tiene, según Patricia Gardfield), breves y generador de sobresaltos que existen. Su trasfondo parece ser más fisiológico que psicológico. Estaría relacionado con la profunda relajación muscular que acontece al entrar el durmiente en la fase REM del sueño o bien, todo lo contrario, a la salida de este estado, es decir, cuando se produce la reactivación de las neuronas motoras. Lo cierto, no obstante, es que los sueños protagonizados por caídas suelen aparecer durante la primera etapa del sueño, más abundante en espasmos musculares. Aunque no se sabe con certeza su utilidad, existe la hipótesis de que estos espasmos cumplan la función de sacar al durmiente de su estado de una forma rápida y efectiva y ponerlo de nuevo en alerta. ¿Para qué? Por si viene alguna fiera...

10. Volar es un placer... 
Soñar con volar suele ser uno de los denominados sueños lúcidos, lo que significa que el durmiente sabe que se trata de un sueño mientras éste está teniendo lugar. Según Patricia Garfield, el origen de las sensaciones que sentimos cuando soñamos que volamos estaría en las que sentimos de bebés al ser alzados por los brazos de un adulto. Ciertamente, por regla general, se trata de sueños donde se experimenta felicidad, y podrían ser metáfora de superación de obstáculos o liberación. Desde el punto de vista neurológico, este tipo de sueños irreales parece coincidir con la desactivación, durante la fase REM, de la corteza prefrontal, responsable en gran medida del pensamiento lógico. No es un sueño que aparezca con mucha frecuencia —según Domhoff, sólo representaría el 1%— pero, como también afirma este investigador, mucha gente lo ha tenido alguna vez.


11. Quiero moverme... y no puedo 
Estos sueños, muy angustiosos para quienes tienen la mala suerte de padecerlos, ya que suelen desarrollarse al borde de la vigilia (lo que les confiere una espectacular apariencia de realidad), parecen estar relacionados con el relajamiento muscular radical que acontece durante la fase REM. A pesar de que, al despertar, nuestra mente regrese al estado de vigilia, puede ocurrir que la parálisis que caracteriza a este período del sueño (y que parece tener lugar para evitar que nos dañemos durante el estado de inconsciencia) tarde algo más en desaparecer. Según Domhoff, la angustia es la sensación que domina el 15% de los sueños. De hecho, los sueños que producen emociones desagradables superan con mucho (64%) a los que las producen de signo positivo. Una pena, toda vez que soñar es... obligatorio.


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