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domingo, 11 de noviembre de 2018

CENAS IMPROVISADAS

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CENAS IMPROVISADAS, LAS MÁS DISFRUTADAS     



 Las que ya tenemos una edad hemos vivido una infancia llena de visitas inesperadas. Solían ser familiares lejanos que llegaban a media tarde y nos pillaban a todos desprevenidos.

Siempre me maravillaba cómo mi madre, en un momento, organizaba un café o un té con sandwichitos y una rica caja de galletas surtidas. ¡Qué alegría, merienda especial gracias a la visita de unos primos segundos!

En el ocupado mundo de hoy, en el que todos cerramos agendas como si fuéramos ministros, las visitas inesperadas cada vez se dan menos. Pero hay veces que alguien llega a saludarte sin previo aviso y muy cerca de la hora de cenar

Hace poco me pasó algo parecido: cena de viernes en la que esperábamos para cenar sólo a una pareja de amigos. Aparecieron a la hora acordada, pero con dos parejas de amigos más y sus hijos adolescentes. Donde cenan cuatro cenan cinco, pero diez…


Decidí no alarmarme y pensar qué habría hecho mi madre. Mientras que mi marido les servía un aperitivo en el salón (los frutos secos aplacan mucho el hambre) yo, en la cocina, me puse a cocer huevos en una olla y espaguetis en otra. Con los huevos duros hice una gran ensalada de lechuga, tomate, atún, maíz, aceitunas… y una exquisita vinagreta de hierbas que le dio el toque gourmet. 

Con los espaguetis, nata, huevo batido y beicon, preparé una gran fuente de pasta carbonara. Un toque de pimienta negra y cebolla frita por encima los hizo inolvidables, especialmente para los voraces adolescentes. Los invitados habían traído helado para todos, que yo complementé con fresas, plátano y kiwi en trocitos.

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