Actuamos como si el momento presente no importara, como si fuese una transición, un lugar de espera para el futuro que soñamos. Es como si estuviésemos en una sala esperando que se abra la puerta mágica que nos lleve a ese paraíso que hemos forjado en nuestra imaginación. Asì, pasan los días y los días, en muchos casos entre la desidia y las obligaciones, entre las dudas, las tristezas y las alegrías, los días de fiesta, las vacaciones de verano y la cercanía de otra Navidad que se empieza a notar en las estanterías de los almacenes. Sí, la vida pasa rápido aunque nos parezca que llevamos mucho tiempo esperando en esa sala de espera que es el presente.
Y si nos fijamos en las personas que se han marchado de este mundo con una edad avanzada y echamos un vistazo a su vida, nos damos cuenta que en muy pocas ocasiones hubo un gran cambio en ellas; se hicieron mayores, estudiaron una carrera o encontraron trabajo, se enamoraron y se desenamoraron, se casaron, tuvieron hijos y después nietos, y les alcanzó la vejez con recuerdos y también con la mente en blanco. Otros se volcaron en su trabajo, o viajaron todo lo que pudieron. Algunos estuvieron más limitados por alguna enfermedad, o tuvieron problemas de algún tipo. El pan de cada día, lidiar con la economía, con la familia, con las hipotecas... El caso es que muchos de ellos, seguramente mientras vivieron todo eso, también esperaron tras esa puerta de ilusiones que llegase el futuro, inmersos en lo cotidiano. Incluso los que han tenido una vida más ajetreada, más desahogada o más interesante, también han llegado al final de sus días con los ojos puestos en esa puerta esperando algo que no saben muy bien que es, porque a todos, a los más felices y a los más desgraciados, nos han vendido humo.
Cuando somos jóvenes la vida nos parece larga, vemos el futuro lejano, nos comemos el mundo, tenemos toda la vitalidad de la juventud y apenas miramos de reojo esa puerta. Conforme vamos cumpliendo años, la vida nos parece demasiado corta cuando pensamos en la de cosas que nos perdimos mirando una puerta cerrada, esperando ese momento para hacer algo, para atrevernos, para vivir, en definitiva, dándole la potestad y la autoría de nuestros sueños al tiempo, al destino o a lo que crea cada uno. Ya no tenemos fuerza para emprender caminos, ya no tenemos tiempo para deshacer muchas cosas porque precisamente esas cosas, llevan mucho tiempo siendo como son, y no nos habíamos dado cuenta de que cuanto más tiempo pasa, más lejos estamos de encontrar alguna sorpresa.
Y es que nos pasamos la vida esperando una gran cosa, algunos lo llaman felicidad, cuando en realidad, la vida no es más que un puñado de pequeñas cosas que no se tienen que esperar porque las tenemos en nuestras manos en el presente, pero no nos damos cuenta.
Anyma
que gran verdad pescaito
ResponderEliminarBueno es tu visión, nada mas
ResponderEliminarSi. Es mi visión como dices. Una cree que a a hacer muchas cosas y cuando pasa el tiempo, te das cuenta de que la vida es otra cosa
EliminarLa vida ay Dios a mi me ha tratado tan mal que perdió todo el valor que me merecía
ResponderEliminarLa vida no es fácil pescaito
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