LAS PALABRAS QUE TE SIENTAN BIEN (A TI Y A LOS DEMÁS)
A
veces algunos trucos para mejorar la vida están a la vista de todos… o
mejor dicho: en la punta de la lengua. Muy a menudo, me encuentro dando
rienda suelta a mi frustración (con mis amigas o yo sola en mi cabeza)
porque el diálogo en mi familia se ha reducido tanto que ahora se
compone de monosílabos… ¿dónde quedó el decirse cosas bonitas? ¡Hay que
recuperar las buenas costumbres!
Si el diálogo es importante en una pareja, lo es más en el
ámbito familiar. A través de la comunicación establecemos contacto con
nuestros hijos, nuestros nietos, nuestra pareja (incluso el perro), y
transmitimos nuestros pensamientos y sentimientos.
En este sentido, todos, por muy distintos que seamos, queremos ser
escuchados, comprendidos y tenidos en cuenta, y no vale solo con decir
las cosas, lo importante es “CÓMO” las decimos.
EL SECRETO ESTÁ EN CÓMO DECIMOS LAS COSAS
Frases
apenas esbozadas, sin acabar, faltas de atención, palabras que se
convierten en órdenes… El caso es que hay momentos en los que perdemos
el juego divertido y afectuoso típico de esa pequeña y valiosísima
comunidad que es la familia, esa comunicación que alimenta ese léxico
familiar tan importante.
En
mi casa será la falta de tiempo, el cansancio, los problemas que lo
eclipsan todo, las cosas inútiles que nos distraen. Probablemente, soy
yo la primera que desencadena este mecanismo (las mujeres, se sabe,
somos el director general de nuestras familias), así que, visto el
problema, he decidido cambiar de rumbo y darle la vuelta a mi mundo.
LO DICEN LOS ESTUDIOS
Navegando
por Internet, he encontrado un análisis casi científico de este tipo de
problemas, y trata esta situación de una forma mucho más sencilla de lo
que creía: el quid de la cuestión es recuperar y utilizar en nuestra
vida cotidiana palabras o frases que parecen pasadas de moda o dadas por
sentadas, sobre todo entre personas que mantienen una relación tan
íntima como las familias, y a veces también entre amigos. Me he hecho
una pequeña lista. No hay nada más fácil que decir:
“Por favor”
"gracias"
"de nada"
"¿puedo ayudarte?”
“¿puedo hacer algo por ti?"
"buenas noches"
Y también:
- "¿puedes echarme una mano?"
- "estoy desbordada”
- "ahora no puedo"
- -o simplemente "no"
Sin olvidar:
- "perdona"
- “lo siento”
- "muchas gracias por…"
- "¡qué bien!"
¿Verdad que suena mucho mejor que soltar un "vale"?
PROBÁNDOLO EN CASA
Pensando en esto, llegué a la conclusión de que lo único que podía hacer era intentarlo y ver lo que sucedía. No
os lo vais a creer, pero haber perdido ese aire de superwoman (¡a veces
un poco enfadada!) y dirigirme a mis seres queridos con una sonrisa y
una frase en la que admitía mi cansancio o mostraba mi gratitud por algo
que habían hecho ha sido como usar la varita mágica.
Mis
hijos, por turno, todas las noches se ofrecen a ir a tirar la bolsa de
la basura, o mejor, ¡las bolsas!, ya que reciclar para ellos siempre ha
sido inútil y aburrido... Y mi marido incluso ha vuelto a darme un beso
de buenas noches.
EL PODER DE LAS SONRISAS Y DE LA GRATITUD
Casi todos hemos olvidado que las sonrisas son como un “virus bueno” que se contagia y alivia tensiones. Cuando le sonreímos a otro, le estamos diciendo muchas cosas:
que nos gusta que comparta el espacio con nosotros, que nos cae bien,
que le queremos, que hay conexión. La otra persona, por su parte, lo
decodifica y también sonríe: es justo en ese momento cuando los
pensamientos negativos quedan a un lado quedan a un lado y las cosas en
casa fluyen. Lo mismo pasa con la gratitud. Dar las GRACIAS es una
herramienta poderosa para crear una familia feliz, cuando
la decimos estamos reconociendo el trabajo, la ayuda, el tiempo y la
importancia que pueda tener lo que otra persona hace por nosotros. ¡Es una
manera de dar! Así que… que no se nos olvide nunca en casa tener tiempo
para decir “Gracias”, “Por favor”, “Lo siento” y sonreír… además de
abrazar, ¡los abrazos también son mágicos! Acortan la distancia entre
las personas.
Genial el post
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