NARANJAS.
PARTE IV
De
su composición nutritiva, destaca su escaso valor energético,
gracias a su elevado contenido en agua y su riqueza de vitamina C,
ácido fólico y minerales como el potasio, el magnesio y calcio.
Este último apenas se absorbe por el organismo. Contiene cantidades
apreciables de beta-caroteno, responsable de su color típico y
conocido por sus propiedades antioxidantes; además de los ácidos
málico, oxálico, tartárico y cítrico, este último potencia la
acción de la vitamina C. La cantidad de fibra es apreciable y ésta
se encuentra sobre todo en la parte blanca entre la pulpa y la
corteza, por lo que su consumo favorece el tránsito intestinal. La
vitamina C interviene en la formación de colágeno, huesos y
dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los
alimentos y la resistencia a las infecciones. La provitamina A o beta
caroteno se transforma en vitamina A en nuestro organismo conforme
éste lo necesita. Dicha vitamina es esencial para la visión, el
buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el
buen funcionamiento del sistema inmunológico. El ácido fólico
interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la
síntesis material genético y la formación anticuerpos del sistema
inmunológico. El potasio es un mineral necesario para la transmisión
y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular
normal, interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la
célula. El magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino,
nervios y músculos, forma parte de huesos y dientes, mejora la
inmunidad y posee un suave efecto laxante. Los ácidos málico y
cítrico poseen una acción desinfectante y alcalinizan la orina.
Las
naranjas, gracias a su agradable sabor y a sus propiedades
refrescantes, constituyen una de las principales frutas de mesa, y
son muy populares y consumidas por toda la población. El zumo de
naranja suele ser el primer sabor a fruta que prueban los bebés, y
supone a partir de los 5 meses el único aporte complementario de
vitamina C a la dieta, entre otros nutrientes. Presentan un tamaño
idóneo para el consumo individual y su cáscara protege la pulpa y
evita que el interior se estropee, por lo que tienen la ventaja de
que se pueden llevar a cualquier parte y ser consumidas en cualquier
momento del día.
La
naranja y su zumo son fuente excelente de vitamina C, flavonoides y
beta-caroteno, por lo que esta fruta se considera especialmente
interesante para la salud cardiovascular. Estas sustancias tienen
función antioxidante; inhiben la oxidación del llamado "mal
colesterol" (LDL-c) e impiden que éste se deposite en las
paredes de los vasos sanguíneos y previenen de este modo la
aterosclerosis. Estas sustancias tienen capacidad antioxidante;
combaten la acción nociva de los radicales libres, sustancias
responsables del desarrollo de enfermedades cardiovasculares,
degenerativas y de cáncer.
Una
naranja mediana o un vaso de zumo cubren prácticamente el 100% de
las recomendaciones de vitamina C, que son de 60 miligramos para una
persona adulta. No obstante, hay situaciones que aumentan los
requerimientos de dicho nutriente: tabaquismo, alcoholismo, toma de
ciertos medicamentos, embarazo y lactancia, estrés, defensas
disminuidas, la práctica intensa de deporte, el cáncer, el Sida,
las enfermedades infecciosas y las inflamatorias crónicas, como el
reumatismo.
En
estos casos, está particularmente recomendado el consumo habitual de
naranjas. Y para el resto de la población, comerlas, puede reportar
más beneficios durante los meses invernales y en los cambios
estacionales, cuando son frecuentes los altibajos en el sistema de
defensas, y se es propenso a contraer catarros o infecciones.
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