TODO
SOBRE LA LECHE. PARTE II
LECHE
CONDENSADA:
La
leche condensada es de color amarillento, sabor muy dulce, olor
delicado y consistencia semilíquida, sin llegar a ser demasiado
viscosa. Para elaborarla, se elimina gran parte del agua que contiene
la leche y se agrega una elevada proporción de azúcares, que actúan
como conservantes. El resultado es un producto muy azucarado (dulce)
y energético que se debe consumir con mesura, en particular, si se
tiene sobrepeso, obesidad y diabetes. Por el contrario, se recomienda
para quienes realizan grandes esfuerzos físicos o están inapetentes
y desnutridos como consecuencia de una convalecencia.
La
leche condensada es un producto muy energético debido al cambio
sustancial en la composición de la leche, que se somete a un proceso
de deshidratación y azucarado. La deshidratación parcial explica
que todos los nutrientes, energéticos (hidratos de carbono,
proteínas y grasas) y reguladores (vitaminas, minerales y
oligoelementos), se concentren respecto a la leche original: 100
gramos de leche condensada suponen unas 330 Kcal, cinco veces más
que la leche natural (63 Kcal/100 g). Este elevado valor energético
se debe a su gran contenido en azúcares, ya que a los propios de la
leche se suman los añadidos para garantizar su conservación. Se
alcanzan hasta 54 g/100 g, unas 11 veces más que en la leche entera
de partida.
La
cantidad de grasa y proteínas es tres veces mayor en la leche
condensada (9,2 g/100 g). Mantiene las proteínas de alto valor
biológico de la leche original, aunque aumenta los ácidos grasos
saturados y el colesterol, si se elabora con leche entera. También
aumenta la concentración de vitaminas (A, D, B2, B12), minerales y
oligoelementos (calcio, fósforo, potasio, magnesio y cinc). No
obstante, el valor energético y su contenido en azúcares son tan
elevados, que obligan a consumir la leche condensada con mesura y a
no usarla como fuente excepcional de estos nutrientes reguladores.
En
la actualidad, hay diferentes variedades de leche condensada. Según
el contenido graso de la leche de partida, se distingue entre leche
condensada entera, semidesnatada y desnatada. A éstas se unen las
aromatizadas, con aromas y colorantes añadidos, que se diferencian
en el sabor.
La
leche condensada desnatada aporta casi las mismas calorías por
cucharada que la entera. La diferencia es inapreciable: 10 calorías
menos por cada cucharada de 20 gramos. Esto se debe a que las
calorías no proceden de las grasas -la desnatada tan sólo tiene un
0,4%-, sino de la gran cantidad de azúcares añadidos, similar en
ambas y que se puede comprobar en el etiquetado nutricional.
La
leche condensada proporciona energía de forma rápida. Por esta
razón, es un alimento indicado para personas que realizan grandes
esfuerzos físicos o que requieren un aporte extra al encontrarse
inapetentes y desnutridos tras una larga convalecencia.
No
está indicada, en cambio, para quienes sufren sobrepeso y obesidad,
diabetes e hipertrigliceridemia. La leche condensada entera es rica
en grasa saturada y colesterol, por lo que su consumo y su adicción
a postres y recetas dulces se debe restringir en caso de patología
cardiovascular o alteraciones de lípidos en sangre, como la
hipercolesterolemia o colesterol elevado. Además, el abuso puede
favorecer el desarrollo de caries dental
Fuente:
Dolores Manríquez Martínez. 13 consejos
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