TODOS PODEMOS
MEDITAR
Pensar que uno no puede meditar sería como
pensar que no puede respirar, concentrarse o relajarse. Todos
pueden respirar y, bajo las circunstancias adecuadas, casi todos
podemos concentrarnos y relajarnos.
A menudo se confunde la meditación con la relajación u otro
estado especial que se tiene que alcanzar o sentir. Después de una
o dos veces de haber intentado y no haber sentido ni llegado a nada
especial, podemos pensar que no podemos hacerlo. Pero la meditación
no consiste en sentir de una cierta manera. No
consiste en poner la mente en blanco o detener el flujo del
pensamiento, si bien esto último puede cultivarse en forma
sistemática y profundizarse con la meditación. Sobre todo, la
meditación consiste en dejar la mente tal cual
está, al tiempo que se sabe algo acerca de cómo está en ese
momento. No se trata de
“viajar” con la mente, sino de permitir que uno esté donde
realmente está. Si
uno no comprende esto, pensará que no tiene la capacidad
física para poder meditar. Pero, estas no son más que ideas y, en
este caso, ideas equivocadas.
La meditación, en cierto sentido, nos pone
en un lugar que está casi separado de la mente, y desde el que se
puede seguir el funcionamiento de esta. Podríamos utilizar la
metáfora de que "la
conciencia se sienta y se convierte en una espectadora de la mente y
la vida". Es decir,
podemos describirla también como un
estado en el que nada sucede.
El proceso de la meditación
La meditación es un proceso por lo que no hay que esperar ningún
resultado más allá de conectar con la esencia que eres. Para seguir
adelante con la meditación se requiere energía y compromiso. Todos
podemos sentarnos y prestar atención a la respiración o a la mente.
Pero tampoco se necesita estar sentado. Vale lo mismo caminar,
recostarse, correr o tomar un baño, cocinar o cualquier otra
actividad diaria siempre que esté presente la atención plena.
Sin embargo, para mantener la
concentración incluso por sólo cinco minutos se
requiere intencionalidad.
Para convertirlo en parte de tu vida requiere cierta disciplina. Por
lo tanto, las dificultades que encontramos cuando meditamos, están
señalando que necesitamos seguir empleando tiempo para ello o que,
cuando intentamos meditar, no nos gusta lo que sucede porque tenemos
unas expectativas previas. Meditar no es algo que busquemos o
deseemos; no satisface expectativas. Se trata entonces de olvidarse
de las expectativas y limitarse a observar
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