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lunes, 30 de julio de 2018

MAS ESTRÉS LA MUJER ?

¿Nos estresamos más las mujeres?

Responsabilidades, familia, trabajo... repasamos las causas del estrés más frecuentes y analizamos si afecta de otra manera específica a las mujeres.

La vida de las mujeres supone un doble esfuerzo

Cuidar es una tarea que amenaza la salud de quien la practica tanto por el esfuerzo físico como emocional: se ha comprobado que es una de las actividades que provoca más estrés físico y mental.
Cuidar niños es una sobrecarga, pero cuidar ancianos, y más si están enfermos, descompone el equilibrio vital y se convierte en una de las primeras causas de desencadenamiento del dolor crónico en las mujeres.
La mayoría de las personas cuidadoras son del sexo femenino y, dada la mayor longevidad de la población, muchas dejan de trabajar fuera de casa para poder ponerse a disposición de los familiares más allegados, por voluntad propia o por falta de recursos, pero, en todo caso, sufriendo.
¿Pueden la sociedad y los servicios sociales mantenerse al margen de esta larga cadena de sufrimiento, de jornadas interminables, de deterioro de la salud mental de las cuidadoras sin soporte social, sin ayudas y sin recursos?
Una discriminación más profunda e invisible recae en las espaldas de las mujeres. La pérdida de valor, de prestigio social, acompaña a todas estas tareas, que solo se hacen visibles cuando no se realizan.
Esta falta de reconocimiento de la vida privada, de la necesidad de que alguien acoja a los hijos cuando llegan por la tarde a casa, de que es imprescindible que alguien asuma esa función emocional en las familias, de que el trabajo de la reproducción se debe hacer cada día, es uno de los grandes fracasos de la sociedad que denominamos desarrollada.
Aunque se propugnen leyes para la conciliación de la vida familiar y laboral, parece que este sea un tema que solo afecte al sexo femenino.
La doble jornada, como hemos visto, es uno de los factores que más contribuye al estrés de las mujeres, sometidas a unas condiciones de vida que a veces han aceptado inconscientemente, ya que sus madres y abuelas lo hicieron en su día.
Esta aceptación, y el hecho de que las tareas domésticas no se compartan, les impide liberarse de ellas, limitando sus horas de sueño y el desarrollo de sus vidas profesionales.
¿Podemos evitarlo? Claves para la prevención



  • Cuidar el descanso. Conviene que las horas previas al inicio del sueño sean un camino hacia la relajación: no hay que revisar el correo electrónico ni dedicarse a trabajos que requieran tensión física o emocional.

  • Marcar las condiciones de trabajo. Es necesario que dejen un tiempo para la vida personal.
  • Repartir las tareas. La corresponsabilidad de toda la familia beneficia a todos sus miembros. Realizar todas las tareas de subsistencia es una carga injusta y dolorosa para las mujeres.
  • Disponer de tiempo personal. Las personas que cuidan de enfermos o ancianos necesitan tener unas horas de tiempo libre al día y a la semana. En vacaciones, sería ideal combinar esa responsabilidad con otros familiares para que el cuidador principal pueda disponer de un período de desconexión real.



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