LA
PLAYA
Miraba
fijamente las olas que se rompían en la orilla, una tras otra,
tallando
la arena mojada con su retroceso, la espuma blanca que se
filtraba
por entre los poros arenosos y húmedos, el color del mar en el
horizonte,
la línea que separaba éste del azul del cielo, y el espacio
infinito
que nos envolvía en aquel instante, al mar y a mi, intentando
retener
en mi mente el conjunto de imágenes y sensaciones que tardaría
tiempo
en recuperar, como hago con todo lo que me gusta, visualizarlo en
mi
retina para que después lo archive mi memoria en la carpeta de
favoritos.
Después
cerré los ojos, y me concentré en el ruido rítmico de la resaca,
a
dúo con el viento que soplaba de poniente, dejando que ondease mi pelo
cual
bandera salada, y aspiré el olor marino y fresco de aquella tarde
para
impregnarme de aquel momento que hoy me acompaña, y que me llena de
tanta
libertad imaginaria.
Anyma
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