visitas al blog

viernes, 19 de octubre de 2018

LA HUÍDA




Hay quienes se llevan toda la vida huyendo de algo, también los hay que se llevan toda la vida sintiéndose perseguidos. No es lo mismo aunque parezca la misma cosa. Uno huye de aquello que no le gusta, que no le conviene, que le entorpece, que le hace daño, que le complica la vida. Y uno huye por muy diferentes razones, por cobardía y también por sensatez, por miedo, por responsabilidad, por conveniencia. Las razones son casi las mismas para todo, es como declarar: “conmigo o contra mí”; es decir, está a mi favor o en contra. Si todo se resume a lo mismo, a las dos caras de una moneda:al sí o al no, al tu o al yo, al dentro o al fuera, al bien o al mal.

Después están los que huyen con razón y los que huyen por una amenaza imaginaria, se sienten perseguidos por algo o por alguien y corren, corren sin mirar atrás, ni siquiera de reojo, así con esta manía persecutoria, están tan obsesionados que no se dan cuenta a veces que aquello que lo persiguíó alguna vez ya no les sigue, que se cansó y giró la esquina un atardecer cuando el cielo se tiñó de rojos y ocres. Y se cansó de seguirle precisamente cuando lo tenía delante, a su alcance, a dos palmos de una pequeña carrera para tocarle el hombro. Se cansó de mirar siempre la espalda, de ir detrás, de tener que esperar, de no tener espacio en su misma acera; se cansó de ser una sombra, una sombra que aquella luz rojiza del atardecer proyectaba con una nitidez increíble, como si reflejara en un espejo toda la tristeza que habitaba en sus ojos. 

 Y lo dejó marchar, observando desde lejos como su figura se hacía cada vez más pequeña hasta que desapareció de su mirada; giró la esquina y suspiró hondo, como si quisiera exhalar en aquél suspiro los restos de aquél naufragio.

El, sin embargo, sigue huyendo de nadie.

Anyma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario