Escarmentar en cabeza ajena. ¿Qué significa?
Escarmentar
en cabeza ajena consiste
en tomar nota de los errores, fracasos o batacazos que atañen a una
persona, para evitar ir por el mismo camino que ella.
Ese
es uno más de los recursos que están a nuestro alcance a la hora de
aprender y de tomar decisiones.
¿Lo
utilizas? ¿Aprendes de los errores de otro? ¿Es
posible aprender de los errores de otro o
solo aprendes bien la lección si tú mismo te equivocas?
Escarmentar en cabeza ajena en la práctica
Ver
a alguien cercano cometer un error o involucrarse en un objetivo para
después estrellarse puede ser una
valiosa lección,
que te evite malos tragos y te ahorre el trauma de equivocarte.
No
en vano, en una de sus versiones el dicho se completa así:
Escarmentar en cabeza ajena es lección barata y buena.
Ojalá
funcionara siempre. Ojalá pudiésemos aprender de los errores de los
demás y evitar sus malas decisiones. Sería estupendo.
Especialmente
en estos tiempos, tenemos un montón de conocimientos y de
experiencias ajenas al alcance de la mano. Podemos acceder a una
cantidad ingente de enseñanzas.
Y,
sí, podemos aprender de algunos errores que han cometido otros,
dándoles las gracias por ello. Pero también necesitamos
cometer nuestros propios errores para aprender.
Nada es tan efectivo como escarmentar en cabeza propia
Nadie escarmienta en cabeza ajena.
El
dicho no se cumple siempre, como acabamos de ver arriba. Pero cómo
negar que cualquiera de nosotros aprende mejor cuando experimenta en
primera persona y sufre las consecuencias de sus acciones.
Sobre
todo si las consecuencias son negativas, uno
aprende antes equivocándose por sí mismo que
viendo cómo se equivoca otro.
Viendo
a otro, siempre nos queda la frase: “Eso
no me ocurrirá a mí.”
Yo soy diferente. A mí eso no me pasa.
Tiene
su gracia. Cuando otro se está equivocando, te das cuenta enseguida.
O, bueno, muchas veces te
das cuenta antes de
cuando lo harías si lo mismo te ocurre a ti.
Otro
también puede ver antes tus errores que los suyos, por
una cuestión de perspectiva.
A veces tenemos el error tan pegado en las narices que nos cuesta
verlo.
La
distancia nos ayuda a ver los errores con más claridad. Y, también,
a tomar mejores decisiones. ¿A que a veces se te ocurren soluciones
para problemas de otros que no
se te ocurren para tus propios problemas?
Es
por lo mismo.
Además, duele
menos apuntar los errores de otro que los propios.
También suele pasar, ¿no?
A
mí, dentro de que no me haga gracia, me cuesta más admitir que mi
pareja es mala gente (y que cometí un error) que decirle a mi amiga
que su pareja es mala gente.
Tiene
sentido. Me cuesta más darme ciertas explicaciones incómodas a mí
misma.
Tusbuenosmomentos.com
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