¿Qué es estar desazonado?
Parece como si todos lo supiéramos, pero es tan difícil de describir. La palabra lo dice todo y cuando hablamos de ello no decimos nada. Todas son palabras vacías.
Palabras vacías es estar desazonado. No hay palabras para la desazón, no usaré palabras para algo que todos conocemos y es intransferible.
Nos sucede cuando perdemos -o creemos perder- algo que sentimos muy valioso, algo que atesoramos en el corazón.
Algo que contentaba nuestra vida se ha ido, se escurrió por el fondo del lago.
Es un mordisco ahí adentro, algo sucedió que se lo comió, y nos parece que no lo podemos llenar con nada.
Y un poco es así. No lo llenamos con nada, ese pedazo de corazón ya no está. Sólo que cicatriza con ese otro tejido blanco y brillante de las cicatrices.
Y eso sucede si le prestamos atención, porque es cosa de cerrar ese agujero en el fondo del lago. Y un agujero no se cierra haciendo como que no está.
Y sigo las alternativas que voy encontrando viviendo en desazón en silencio. Porque las palabras no me interpretan.
Por eso entrar en desazón y en verdad salir de ella lleva un tiempo.
Este tiempo también es personal, y si quieres realmente salir no interfieras buscando una salida fácil y rápida.
Drogas legales e ilegales, alcohol, aturdirse con sexo fácil, trabajar como un loco, dormir catorce horas al día, buscar olvidar a como sea.
Esas son las salidas fáciles que no resuelven la desazón, más bien atrasan el vuelco de consciencia, y pueden llegar a convertir la desazón en algo crónico y reiterativo. En una costumbre, en un modo de vida.
Entonces, sucede que te das cuenta que ya se ha ido, que la desazón se ha ido. Un buen día despiertas y se ha ido. Y entonces sigues caminando, sales del valle oscuro.
Te enderezas y estás en camino nuevamente. Te incorporas al mundo y sigues viviendo.
Fuente_ Abate Soderini
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