NARANJAS.
PARTE III
Por
su abundancia en ácido fólico, vitamina imprescindible en los
procesos de división y multiplicación celular que tienen lugar en
los primeros meses de gestación, el consumo de naranjas resulta
especialmente interesante para las mujeres embarazadas, aunque por su
composición ácida puede provocar acidez a las gestantes con el
estómago delicado. En caso de anemia ferropénica, es muy útil y
recomendable consumir esta fruta acompañando
a
los alimentos ricos en hierro o a los suplementos de este mineral. La
vitamina C aumenta notablemente la absorción de hierro y esto
acelera la recuperación.
La
naranja y especialmente su zumo, ejerce una acción colerética y
colagoga. Tomados en ayunas pueden provocar un vaciamiento brusco de
la vesícula biliar que se acompaña de molestias leves como náuseas
o pesadez abdominal. Estas molestias no revisten gravedad, aunque
explican el temor de muchas personas a tomar el zumo de naranja en
ayunas. En realidad son el resultado de una acción colagoga intensa
de los cítricos, y en caso de padecer colelitiasis, esto puede
desencadenar un cólico, por lo que en este caso, el consumo en
ayunas de naranja o su jugo está desaconsejado.
Por
su abundancia en ácido fólico, vitamina imprescindible en los
procesos de división y multiplicación celular que tienen lugar en
los primeros meses de gestación, el consumo de naranjas resulta
especialmente interesante para las mujeres embarazadas, aunque por su
composición ácida puede provocar acidez a las gestantes con el
estómago delicado. La naranja aporta una cantidad significativa de
fibra, la mayor parte de la cual se encuentra en la pulpa blanca que
hay debajo de la piel y entre los gajos, y en muchas ocasiones se
desecha, sobre todo cuando se elabora un zumo.
Se trata de fibra
soluble, que retiene agua, por lo que el consumo de la naranja (mejor
entera o en zumo con la pulpa) favorece el tránsito intestinal;
ayuda a disminuir la absorción de grasa y colesterol, al buen
control de la glucemia (niveles de azúcar en sangre) y tiene un
efecto saciante, por lo que resulta una fruta indicada para las
personas con hipercolesterolemia, diabetes y exceso de peso.
Para los
deportistas, por su contenido en potasio, vitamina C, carotenoides y
otros nutrientes, constituye una buena alternativa para reponer los
minerales y el líquido perdidos después de la actividad física y
para minimizar el riesgo de lesiones y potenciar las defensas. Su
zumo mezclado con agua, bicarbonato y azúcares puede hacer
perfectamente las funciones de bebida rehidratante durante la
competición en deportes que tengan una duración mayor a 90 minutos,
en los que las pérdidas de glucosa, agua y electrolitos son más
acusadas.
El elevado contenido en agua, potasio y ácido cítrico
(alcaliniza la orina), convierten a las naranjas en frutas con efecto
diurético, beneficioso en caso de hiperuricemia o gota y litiasis
renal (favorece la eliminación de ácido úrico y sus sales),
hipertensión arterial u otras enfermedades asociadas a retención de
líquidos. Y para quienes toman diuréticos que eliminan potasio y
padecen bulimia debido a las pérdidas de este mineral. Sin embargo,
las personas que padecen insuficiencia renal y que requieren de
dietas especiales controladas en potasio, deberán moderar el
consumo.
El
ácido oxálico que contienen las naranjas puede formar sales con
ciertos minerales como el calcio y formar oxalato cálcico, por lo
que su consumo se ha de tener en cuenta si se padecen este tipo de
cálculos renales, ya que se podría agravar la situación.
Las variedades de naranjas más
ácidas pueden producir molestias a quienes sufren trastornos
gástricos (hernia de hiato, acidez de estómago, gastritis y úlcera
gástrica o grastroduodenal).
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