Grabada
en mi memoria, aquella casa de apaisado patio y puertas estrechas, de
paredes blancas y lagartijas serpenteando entre los geranios de
colores. Recuerdo el aroma de las flores, el sol reflejado sobre las
paredes encaladas, el olor de los pucheros y la risa de mi abuela y
sus vecinas; la noche que vestía el patio de azul añil y las
estrellas paseándose por entre las sillas de enea.
Cuando
la paz rondaba la cocina, las puertas entreabiertas de las viviendas
dejaban escapar algún ronquido formando un singular dúo con el
canto de algún grillo.
Yo,
me sentaba en un poyete, pegada a la falda de mi abuela. Contábamos
las estrellas y me narraba historias sobre una niña que ya conocía.
Así, en la penumbra reposada de aquél patio, cada vez más cerca
de su regazo, me quedaba dormida con el fresquito de aquel verano de
seis años.
Anyma
Mi abuela no podía faltar en el blog. Murió cuando yo tenía once años y ninguno de sus nietos salvo yo, la llegó a conocer pero la adoran y es que era una persona muy especial. Otra pescaíto.
ResponderEliminarNo podía ser de otra manera enhorabuena por haberla tenido Angeles
ResponderEliminarO Ana no se de quien es la abuela
ResponderEliminarPerdón por la indiscreción
ResponderEliminarDe ángeles pero que que curioso, se llamaba Ana.
ResponderEliminarElla estaría encantada con todo esto.
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