LA
MOCHILA
Un camino sin
retorno, un camino que termina en el borde de un precipicio. Soy consciente que
debo saltar y no me da miedo. Se que el salto es la única salvación, la
liberación de todas mis ataduras. Llego hasta el final, y miro al abismo, puedo
extender mis alas y volar, aterrizar en valles nuevos de los que ahora solo
disfruto en la lejanía pero también sé que al hacerlo, al saltar al vacío,
arrastraría a otros conmigo y se darían de bruces con el suelo. Por eso,
detengo mis pasos y vuelvo a desandar el camino hasta que me encuentro en el
mismo punto de partida, con la misma mochila, repleta en exceso, mucho más
pesada que cuando partí la primera vez.
Cuando
emprendo el camino me llamo esperanza, y cuando regreso, ya no tengo nombre, porque a veces soy reproche, otras sensatez y muchas, cobardía. Y volveré a donde la costumbre me busca cada noche, conforme, vacía, sin identidad. Taciturna que espera otro momento, otra oportunidad, otro salto en solitario con mejor fortuna, con más valentía, donde lo único que arrastre sea a mi misma.
Anyma
Me identifico plenamente, impresionante.
ResponderEliminarGenial
Que sensibilidad que forma de escribir mas bonita felicidades
ResponderEliminarConmovedor y me identifico también
ResponderEliminarCarlos de Logroño